miércoles, 11 de mayo de 2011

EL PATRON GEOMÉTRICO DE LA SERPIENTE



EL PATRON GEOMÉTRICO DE LA SERPIENTE

El patrón geométrico (Romboidal) plasmado en la piel de la serpiente de cascabel Crotalus durissus durissus; el" Canamayté Cuadrivértice" representa la figura geométrica de la cuál, emanan los antiguos conocimientos y desarrollos plasmados en la arquitectura, ingeniería, matemática, astronomía, cronología o cosmovisión sagrada, de la cultura Maya. Según estas teorías mexicanas, basadas en este simbolísmo geométrico natural Canamayté; afirman que los Mayas fundaron la base de toda cultura serpentina o crotálica posterior en Meso América, y que dichos conocimientos fueron base en la concepción del mundo, el tiempo, y todas las ciencias aplicadas como la matemática, geometría, numerología , astronomía, arquitectura, medicina, arte, etc dentro de las culturas desarrolladas en México Pre hispánico.

Culturas " Serpentinas " Crotálicas MesoAmericanas. El cascabél es un símbolo de cronología; Kukulcán, Quetzalcoatl, Ajau Can, La Serpiente emplumada. - Eje de culturas -sepiente de cascabel preciosa, Jaguar, Quetzal, Humano.

El patrón geométrico de la Serpiente de Cascabel es conocido como "Canamayté " , y está formado por una cruz de (26x2) escamas; y un cuadrado de (13x13) escamas. Es la figura natural plasmada en la piel de la serpiente cascabel," Crotaluss durissus durissus".

Los antiguos Mayas basaron sus conocimientos en dicho patrón. Les recomiendo leer las teorías del Dr. José Diaz Bolio (Mexicano) autor de dicha teoría, que considera al Canamayté, - base de las ciencias en la cosmo-visión Maya.

A LA IZQUIERDA DEL COLIBRI

LETRA:

Estoy tan acostumbrado a estar vivo
que ni cuenta me di cuando me volví zopilote.

Cuando vuelo no tengo miedo,
nadie me ha podido alcanzar.

En la casa del colibrí no se ha escuchado
la última palabra.

Nadie recuerda exactamente
cuando me vieron por última vez
cazando con las manos conejos de fuego en la oscuridad.

Como una greca palpitante,
siete víboras al acecho.

En el fulgurante mar de arriba
solo perdura mi canto.

Después del eclipse de sangre
ya casi ni gente somos.

Aquí donde llueve tierra
los signos están rotos.

Xolotl bajó al infierno en forma de perro.

Solo quedan las casas
y los indios colgados en el viento encendido.

Mi sombra empolvada
cae sobre el tambor de tierra.

En el espejo humeante
soplan las flautas funerarias.

En el lago del ombligo de la luna
casi siempre hay una respuesta.
Solo hay que saber cuál es la pregunta correcta.



AGROGRAMA APARECIDO EN 2009 EN LOS CAMPOS DE CULTIVO DE INGLATERRA

Este es el texto que se escucha recitado durante la canción A la Izquierda del Colibrí, del músico mexicano Jorge Reyes.

No voy a intentar hacer un análisis completo sobre su significado, pero he encontrado algunos datos interesantes que logran ampliar su comprensión.

Estoy tan acostumbrado a estar vivo
que ni cuenta me di cuando me volví zopilote.

Cuando vuelo no tengo miedo,
nadie me ha podido alcanzar.

En la casa del colibrí no se ha escuchado
la última palabra.


En los tiempos del antiguo México proliferaban los relatos sobre las transformaciones de los brujos en animales. Así que no resulta tan desatinada la imagen del individuo convertido en zopilote. “¿Qué es un zopilote?” es la primera pregunta que nos surge a los “no mexicanos”.

Su nombre viene del Nahuatl tzopilotl. “Tzotl” significa “inmundicia” y “pilotl” quiere decir “colgar”, lo cual se refiere a que estas aves de rapiña vuelan llevando pedazos de animales muertos. Son carroñeras (se alimentan de animales en putrefacción o alimentos descompuestos). Hay tres tipos, pero el más común es el de “cabeza negra”.

Si bien los párrafos de A la Izquierda del Colibrí funcionan como imágenes independientes, estos tres primeros tramos están vinculados al vuelo, aunque no comparten una totalidad.

Se supone que el relator ha olvidado el valor de estar vivo, y se encuentra alienado, inmerso en una dieta de hábitos, olvidado de la sorpresa y el asombro. Entumecido por las costumbres, ni cuenta se dá cuando se vuelve zopilote. Se ha transformado y no lo ha sorprendido. Y aquí vuelvo a suponer. O bien ese ritmo de vida tibio y cómodo lo lleva a una vida de carroñero, de no alimentar su espíritu más que con refritos, o quizás lo haya agarrado la magia al transformarse en un pájaro.

De todas formas, cuando vuelo no tengo miedo remarca su cualidad de pájaro libre y digno, no de carroñero. Tal vez la imagen del zopilote sea tomada como una metáfora de libertad, teniendo en cuenta que entre los mejicanos antiguos era común el respeto hacia los animales, quienes eran tratados como espíritus y dioses (están presentes en los relatos de sus mitos).

Posteriormente menciona la casa del colibrí, lo cual nos recuerda al título del disco.

Sucede que la frase A la Izquierda del Colibrí puede ser tomada como un símil de la casa del colibrí. Y paso a las explicaciones.

Huitzilopochtli es un nombre compuesto de dos: de Huitzilin, que significa colibrí, y de opochtli, que significa cosa izquierda.

Era el dios azteca del sol y la guerra. En forma de colibrí guió la migración de los aztecas hasta el Valle de Méjico. Las imágenes de Huitzilopochtli lo muestran como un guerrero con armadura y casco hechos de plumas de colibrí, mientras que sus piernas, brazos y la parte inferior de su cara están pintadas de azul. La parte superior de su rostro era negra. Y usaba un penacho muy elaborado.

Varios especialistas afirman que lo izquierdo se debe a que Huitzilopochtli se asignaba al sur del cosmos, que es la izquierda en relación al camino del sol de oriente a poniente. El sur es la casa del dios Huitzilopochtli, el colibrí.

También sabemos que de acuerdo con el mandato de Huitzilopochtli se fundó la capital azteca Tenochtitlán (1325 dc), en el Valle de Méjico, y en ella el primer santuario consagrado a este dios.

(En la época prehispánica los colibríes eran considerados como la personificación de los guerreros muertos, ya fuera en combate, en la piedra gladiatoria o sobre el altar de sacrificio. Se creía que quienes habían fallecido en estas circunstancias pasaban a formar parte del radiante cortejo que durante cuatro años acompañaba al Sol en su diario recorrido diurno; después de cumplida su honrosa misión, los guerreros retornaban a la tierra convertidos en esas pequeñas aves, cuyas plumas de color metálico brillaban, según se creía, por la cercanía que habían tenido con el Sol).

Nadie recuerda exactamente
cuando me vieron por última vez
cazando con las manos conejos de fuego en la oscuridad.


Al igual que la mención de la transformación en zopilote, podemos ver una clara alusión a un estado visionario (seguramente bajo el efecto de alguna planta de poder).

Aún así, respetando la energía de esta imagen, no dejo de pensar en los animales elegidos a lo largo del texto (zopilote, colibrí, conejo, víbora y perro), y como decía antes, en el vínculo íntimo que unía a los habitantes del Méjico prehispánico con los animales y sus mitos.

Extrañamente y anticipándome a una mención posterior, explico que el conejo estaba relacionado con la Luna.

Tochtli significa Conejo en Nahuatl. Es el símbolo de la fecundidad en la tierra por medio de la Luna, porque su ciclo de gestación corresponde con el ciclo lunar.

En muchas culturas se cree que las manchas en la Luna forman la imagen de un conejo: “el conejo de la Luna”.

Según el calendario Azteca, Tochtli es un día para el sacrificio personal, servir en algo más grande que uno mismo. Un día místico, asociado con las fases de la luna, ideal para ponerse en contacto con la naturaleza y el espíritu, y malo para atacar a los demás. Asociado a la Luna, confiere abundancia.

Como una greca palpitante,
siete víboras al acecho.

La greca es una franja, un borde, un bajorrelieve como los que se observa en los templos de piedra construidos por los Toltecas y más tarde habitados por los Aztecas. Generalmente tiene motivos abstractos basados en los diseños de los tejidos, o pueden ser dioses como Quetzalcoatl, la “serpiente emplumada”. La greca palpitante sugiere movimiento en lo pétreo, magia, mundos despiertos.

Las siete víboras al acecho, expectantes, palpitan como un adorno vivo en la roca.

Hay una leyenda que cuenta al respecto:

No, no es que la gente invente, pero muchos ya la han visto. Los macutenos de las villas, que robaban la comida al pueblo y metían sus pencos al temporal (a los sembrados) ¡se llevaron un sustote cuando la vieron! ¿Que qué vieron? ¡Pues a la víbora de siete cabezas! Estaba allí, entre sus triques, enroscada. ¡Sabrá Dios lo que buscaba en ese montón de zoquiaque y tiliches hediondos por tanto sudor!

Cuando la encontraron y divisaron su ramal de cabezas, que parecía un molcajete, se pelaron para nunca volver por esos rumbos.

La Revolución se ponía cada día más dura. Otros macutecos vinieron de por Zimapán con su alboroto y se metieron en las barrancas del cerro de Juárez, que está entre Zimapán y Tasquillo. Dicen que adentro hay siete ríos y siete lomas que de lejos se ven como víboras. Bueno, pues los macutecos subieron hasta la mera punta del cerro y se echaron a dormir en la capilla de la Asunción, desde donde se clarea todo el valle del Mezquital.

Como no tenían qué comer, los macutecos bajaron a las laderas a cazar venados y a robar las reses, dejando más pobre a la gente. ¡Ah, pero fue allí en donde otra vez la vieron! Cuando regresaron de cazar, la encontraron en la puerta de la capilla. Sacaron sus carabinas y ¡pas! le tiraron a las siete cabezas. Zumbaban las balas, pero la serpiente no se movía. Entonces todos huyeron en bola muy espantados, como quien ve el mal. Ya no se les volvió a ver por ahí.

La que sí se ha vuelto a ver por esos montes es la víbora de siete cabezas, en su casa muy húmeda, como si fuera a salir un manantial. Vive en ese cerro como cuidándolo... ¡Que ni se atrevan a matarla!, porque pueden suceder dos cosas: o se seca todo y se queda pelón o se revientan los siete ríos que hay dentro del cerro y salen por las siete lomas que están en donde empieza la montaña.

Hace mucho que nadie sube por allá y no sabemos si allí sigue la víbora de siete cabezas o ya se fue por otros rumbos.

Jorge Reyes tiene un tema titulado Siete Serpientes en su disco Tonami (1995). Y allí aparece una referencia al nombre explicando que durante las fiestas de cosecha del maíz, había una mujer extraña acarreando las mazorcas antes que la gente. Su cara estaba radiante y la proximidad con ella traía alegría y esperanza. Siete Serpientes es el nombre dado al proceso de producir la primer cosecha de maíz del año. Y esta mujer fue llamada La señora Siete Serpientes.

Pero la leyenda transcripta –vinculando las siete víboras al cerro y a la roca-, se ajusta mejor a la imagen proporcionada en A la Izquierda del Colibrí. De hecho el álbum Tonami fue editado bastantes años después.

En el fulgurante mar de arriba
solo perdura mi canto.


El brillante mar de arriba es una metáfora que señala al cielo. Es una comparación con un uso extendido, presente en muchas poesías y citas que así lo describen.

Octavio Paz dice en su poema El mismo tiempo:

Nubes, gestación y ruina y más nubes,
templos caídos, nuevas dinastías,
escollos y desastres en el cielo.

Mar de arriba,
nubes del altiplano
¿dónde está el otro mar?


Eduardo Galeano en su libro Memorias del Fuego también dice:

Los arahuacos, habitantes de la zona del primer "contacto" con los invasores europeos, tenían un lenguaje que estaba cargado de poesía. Al arco iris lo llamaban "serpiente de collares", al cielo le decían "mar de arriba". Para ellos el rayo era "el resplandor de la lluvia". Al amigo lo llamaban "mi otro corazón" y al alma "el sol del pecho". La lechuza era "ama de la noche oscura". Para decir baston, los ancianos decían "nieto continuo" y para decir perdono decían "olvido".

El Presidente chileno Ricardo Lagos dijo en la celebración del centenario del natalicio de Pablo Neruda:

¿Cuántos y sorprendentes nombres encontró Neruda para la lluvia? Mar de arriba, cielo desbocado, golpe de pétalos oscuros, manto tempestuoso. ¿Cuántos y sorprendentes nombres para la lluvia y para tantas otras cosas que él nombró y a las que dio vida, tantas vidas como nombres les atribuyó?

O en esta Oración de los Incas en busca de dios:

Oyeme

Desde el mar de arriba en que permaneces

Desde el mar de abajo donde estás.

Creador del mundo,

Alfarero del hombre,

Señor de los señores,

A ti,

Con mis ojos que desesperan por verte

O por una gana de conocerte


En el mito venezolano Kuai-mare, el dueño del mar de arriba, divulgado por Manuela M. de Cora (1972), se dice: “Muy lejos de la tierra y por encima de ella, está el mar de arriba, que es de color azul y tiene el agua del fondo cuajada y espesa, para que no pueda derramarse sobre el mundo habitado por los Guaraos. Los cerros y las montañas de arriba se ven desde aquí, como nubes blancas y en ellas tienen los zamuros sus conucos, en los cuales cultivan yuca, ñame, plátanos y otros frutos, cuyas semillas fueron arrojadas desde allí a los hombres, hace muchas lunas, por el gran zamuro Kokou y por eso las gentes poseen desde entonces conucos iguales a los de aquella tierra”.

Después del eclipse de sangre
ya casi ni gente somos.

Una obvia referencia a la época de la conquista donde “eclipsaron” dos culturas. Oscuridad temporal, tiempo de guerra y muerte, de invasión y gente despojada.

Si bien los Aztecas no eran ningunos angelitos -y no lo digo por su costumbre relacionada con los sacrificios humanos y los corazones ofrendados al dios de la guerra, sino por su constante invasión a los otros pueblos indígenas-, fueron brutalmente arrasados por los conquistadores españoles.

Tras los constantes ataques y saqueos en busca de riquezas, prácticamente fue destruida su cultura.

(Como curiosidad cabe agregar que poco antes del arribo de Hernán Cortés a la costa mejicana, ocurrió un eclipse de sol).

Xolotl bajó al infierno en forma de perro.

Es el Dios del rayo y la muerte, representado con una cabeza de perro. Xólotl es el guía de los viajeros al mundo de los muertos.

“Como estrella de la mañana y de la noche, Quetzalcoátl era el símbolo de la muerte y la resurrección. Se decía que junto con su amigo Xolotl, un dios con cabeza de perro, había descendido al infierno subterráneo del Mictlán (reino de los muertos) para recoger los huesos de los antiguos muertos. Untó estos huesos con su propia sangre, y así dio a los hombres que habitan el universo actual”.

En el espejo humeante
soplan las flautas funerarias.


El espejo humeante es un espejo mágico hecho con obsidiana que representa los secretos más profundos de la humanidad.

Y también es el señor de la dualidad. Conocido también como Tezcatlipoca (Espejo Humeante), que fuera derrotado por Quetzalcoatl. Se lo vincula con la oscuridad y la noche.

En el lago del ombligo de la luna
casi siempre hay una respuesta.
Solo hay que saber cuál es la pregunta correcta.

Según la tradición, la palabra México proviene de tres voces del idioma náhuatl: metztli, que significa luna; xictli, ombligo o centro; co, lugar. Tanto en sentido literal como metafórico quiere decir "en el ombligo de la luna"; o dicho de otra manera: "en el centro del lago de la luna". ¿Por qué esa denominación? Porque el contorno de los antiguos lagos que ocupaban la cuenca de México, se parecía a la figura de un conejo, similar a la silueta que forman las manchas lunares vistas desde la tierra. Y como la gran ciudad de Tenochtitlan estaba en el centro de estos lagos, simbólicamente se ubicaba también en el "ombligo" del conejo de la luna.

(La información fue extractada de diversas fuentes en internet, textos del recopilador Antonio Trejo Martín y su informante Susana Hernández Basilio, David Cortés en su artículo "Esculpiendo Milagros", agosto de 1994, Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, Arturo Tena Colunga, D.R. José Ignacio Vértiz Gargollo, Sandra García Peregrina, asistente del Departamento de Ornitología, México desconocido No. 275, Yug librería, así como de las carátulas originales de discos de Jorge Reyes y Antonio Zepeda)



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